Cuentos chinos sobre el vino II

Dentro de la cultura popular que rodea el vino, se crean o generan afirmaciones debidas a la ignorancia o falta de conocimiento del medio, como por ejemplo:

“Cuanto más caro es el vino, mayor es su calidad”. Aunque en algunos sectores y/o productos sí que es cierto aquello de que “lo barato es caro”, el precio elevado de un vino nunca garantiza la mayor calidad, ya que en muchos casos son factores externos los que encarecen el vino, como la opinión de un gurú o experto, una tendencia, la baja producción o la exclusividad. En conclusión, la calidad de un vino depende únicamente del propio vino.

“El vino rosado se elabora con la mezcla de vinos tintos y blancos”. Esto no es cierto, el vino no se elabora cuando ya está hecho, sino en la vendimia de la uva blanca y tinta. No se mezcla vino, se mezcla uva, aunque para hacer un rosado tampoco es necesario mezclar uva ya que el color se lo da el tiempo de permanencia del mosto del vino con el hollejo.

Otro clásico es, “el vino tinto se sirve a temperatura ambiente y el blanco frío”, cuando lo que sí es cierto es que cada vino tiene su temperatura adecuada. La temperatura de un restaurante o una casa puede ser de 22 grados, temperatura inaceptable para un vino tinto, que debe servirse con una temperatura entre los 16 y 18 grados, para poder disfrutar plenamente de su aroma y sabor. También es cierto que en verano, cuando el calor aprieta, podemos saltarnos estos conceptos encorsetados y tomarnos un vino tinto fresco, ¡que nos va a saber a gloria!

“El vino se estropea en los viajes”. Esto no es del todo cierto, aunque sí que es verdad que los cambios bruscos de temperatura y las vibraciones no son lo más adecuado, en general en la mayoría de los vinos no es perjudicial. Esto deriva de que antiguamente los vinos se elaboraban sin ningún proceso de estabilización, de forma tradicional, por lo que un viaje en coche, en camión o en avión, suponía someterlo a bajadas bruscas de temperatura; por ejemplo, al subir o bajar un puerto de montaña o en el avión cuando sube a miles de pies. Actualmente las bodegas tienen la tecnología necesaria para que los vinos puedan trasportarse y conservar todas sus propiedades organolépticas por muchos kilómetros que viaje el vino.

“El vino no puede maridarse con el queso”. Esta afirmación viene de antiguo. Seguro que en alguna ocasión has oído el dicho de: “Te la dan con queso”, antiguamente los bodegueros ofrecían una cata a los posibles compradores y para ocultar posibles defectos la acompañaban con quesos fuertes, cuyo sabor y olor enmascaraba los del vino. En la actualidad sabemos que hay determinados vinos que maridan a la perfección y son el complemento ideal de los quesos.

Los vinos Tinto Federico son vinos que tienen un precio ajustado al mercado, los puedes tomar a una temperatura entre los 16 y 18 grados, aunque si te lo pide el cuerpo los puedes servir un poco más fríos; los puedes llevar de viaje para compartir o regalar, y maridan perfectamente con queso.