El vino en botella magnum

Estamos acostumbrados a que la botella de vino que compramos o la que nos sirven en locales de hostelería, sea de 750 ml. Este formato de botella para vino se ha normalizado por su facilidad de embotellado, transporte, almacenaje y servicio. A partir de los años 60 aparecieron los formatos de 375 ml y de 500 ml, para dar solución al consumo en restaurantes en mesas de un solo comensal y más tarde, probablemente al aplicarse las nuevas normativas sobre el consumo de alcohol, para posibilitar el consumo de vino a dos personas durante una comida o cena.

Todos estos formatos tienen la ventaja, frente al vino en botella magnum (1.500ml), de la comodidad de servicio, ya que una botella magnun pesa más y en algunas ocasiones los armarios climatizados para vino no tienen capacidad para este formato. Salvo estas dos ventajas, la botella magnum es un formato ideal para conservar el vino en condiciones óptimas y asegurar un proceso lento en la evolución del vino en botella.

El vino en botellas más grandes envejece más lentamente, la base está en la proporción entre el volumen de vino y los enemigos de este, como son el calor y el aire. El espacio de aire que hay en el cuello (entre el corcho y el vino) de la botella magnum y la de 750 ml es igual, pero en la botella magnum hay más cantidad de vino, con lo que el mismo aire se reparte más, está menos oxigenado y predispuesto a la oxidación.

Respecto a la temperatura, más cantidad de vino resiste mejor los cambios ya que tarda más en variar de temperatura. Otro factor determinante es cómo afectan la temperatura y el aire al corcho. Siendo del mismo tamaño el corcho de una botella de 750 ml y el de una magnum, los cambios en el corcho afectarán más lentamente si el contenido de vino en la botella es del doble.

Normalmente se asocia la botella magnum a vinos crianza, reserva o gran reserva, pero lo cierto es que el proceso de mejora en botella afecta también a los vinos con menos crianza en barrica. Un ejemplo es Tinto Federico Roble formato magnum, criado durante 8 meses en barrica de roble americano, sinónimo de garantía de alta calidad.