Las lágrimas del vino

En una cata de vino hay 3 fases claras, la visual, la olfativa y la gustativa. Dentro de la etapa visual se observa el color, la transparencia, su elaboración…y algo a lo que se le suele prestar mucha atención, las lágrimas del vino, esas gotas que resbalan por la pared de la copa cuando la agitamos, y que están directamente relacionadas con los componentes alcohólicos del vino, etanol y glicerol.

¿Por qué los catadores de vino profesionales llevan a cabo el rito de agitar la copa de vino? Entre otras cosas, para poder observar las lágrimas del vino, ya que les proporcionan mucha información sobre el vino que van a degustar, independientemente de que para descubrir las propiedades y el carácter de un vino, es imprescindible probarlo.

Una lágrima de caída lenta y densa nos indica que el vino tiene cuerpo, que es untuoso y con un contenido alcohólico alto. Una lágrima ligera, que se desprende de manera rápida, señala que es un vino con un bajo contenido alcohólico y poco cuerpo.

Las lágrimas del vino se forman porque el alcohol es más volátil que el agua y se produce una diferencia de tensión y densidad en las paredes de la copa. En Alemania, a este efecto, lo llaman ventanas góticas y en Inglaterra y Francia se denominan piernas.

También hay agentes externos que pueden influir en la calidad y la densidad de la lágrima del vino, como un cambio brusco de temperatura entre el vino y la copa, el cristal de la copa, e incluso los residuos de jabón que pueda tener.

El vino Tinto Federico Reserva, de Bodegas Federico, presenta una lágrima densa al agitar la copa; es un vino con cuerpo, potente, bien estructurado, tánico, de larga persistencia, con un postgusto muy largo.

Pero lo realmente importante a la hora de disfrutar un vino, es hacerlo en buena compañía y que se nos caigan las lágrimas de lo rico que está.