La estructura de la vid

La estructura de la vid es importante en la producción de vino, ya que las diferentes partes de la planta afectan el crecimiento de las uvas, al sabor y la calidad del vino final. La vid es una planta trepadora que pertenece a la familia de las vitáceas, de las que hay una amplia variedad, cada una con sus propias características y sabores únicos.

La configuración básica de la vid tiene estos elementos:

Raíces:

Las raíces son subterráneas y son las responsables de absorber el agua y nutrientes del suelo y suministrarlos a la planta. Las raíces también ayudan a la planta a anclarse en el suelo y le proporcionan estabilidad. Pueden extenderse desde los 50 cm a los 6 m, buscando el agua y nutrientes gracias a una capa de células protectoras llamada epidermis que, además, las protege de las enfermedades. Hay que distinguir entre las raíces más viejas, de textura leñosa, y otras más finas que aumentan la superficie de absorción.

Tronco:

El tronco es la parte principal, sostiene las ramas y las hojas. Es la estructura central de la planta que transporta los nutrientes desde las raíces hasta las hojas y los racimos de uvas. El tronco también puede almacenar nutrientes y agua para su uso en épocas de escasez. La corteza del tronco es gruesa y resistente para proteger la planta de enfermedades y daños.

Brazos:

Los brazos son las extensiones del tronco que sostienen las hojas y los racimos, también se encargan del transporte de los nutrientes y de repartir la vegetación y los frutos. Los brazos de la vid son ramas principales de la planta de la vid que crecen desde el tronco y que sostienen los racimos de uvas. Estas ramas se desarrollan a partir de los sarmientos jóvenes y flexibles, que crecen durante la temporada de crecimiento.

Los brazos de la vid son importantes porque determinan la estructura y la forma de la planta, y también influyen en la calidad y cantidad de la producción de uvas. Se suelen podar los brazos de la vid durante la temporada de invierno para controlar su crecimiento y asegurarse de que la planta tenga la forma y estructura adecuadas para la producción de uvas.

El número y la longitud de los brazos de la vid pueden variar según la variedad de uva, el clima y el tipo de suelo en el que se cultiva la vid. En general, las vides maduras suelen tener varios brazos principales que se ramifican en brazos secundarios y terciarios, y que pueden tener una longitud de varios metros.

Sarmientos:

Los tallos de un año se denominan pámpanos, sarmientos, brote… dependiendo del lugar, y se originan cada año de una yema del año anterior. Están constituidos por una sucesión de nudos y entrenudos que portan las yemas, las hojas y los zarcillos, que son los elementos de sujeción, por ejemplo, a los alambres de las espalderas y los racimos.

Los sarmientos son ramas jóvenes y flexibles de las vides que crecen a partir del tronco y las ramas principales de la planta. Estas ramas son importantes para el cultivo de la vid, ya que son las que llevan las hojas y las uvas.

Durante el invierno, se podan los sarmientos para mantener el tamaño y la forma de la planta, y para promover el crecimiento de nuevas ramas en la temporada de crecimiento siguiente. Los sarmientos podados también pueden ser utilizados como material de combustión en la producción de calor y energía renovable, ya que tienen un alto contenido de lignina y celulosa.

Hojas:

Las hojas en la vid tienen varias funciones importantes para la salud y el crecimiento de la planta, entre las que se incluyen la fotosíntesis. Las hojas son los órganos principales de la fotosíntesis, el proceso por el cual las plantas convierten la luz solar en energía. En las hojas, se encuentra la clorofila que absorbe la luz solar y la utiliza para producir glucosa y oxígeno a partir del dióxido de carbono y el agua. También son responsables de la respiración de la planta, un proceso mediante el cual se libera energía a partir de la glucosa producida por la fotosíntesis. La respiración de la planta requiere oxígeno y produce dióxido de carbono.

Las hojas de la vid también juegan un papel importante en la transpiración de la planta, que es el proceso mediante el cual se pierde agua a través de los estomas (pequeños poros en la superficie de las hojas). La transpiración es importante para el equilibrio hídrico de la planta y para regular su temperatura. Las hojas almacenan nutrientes, como carbohidratos, proteínas y minerales, que se utilizan durante el crecimiento y la reproducción de la planta.

En la vid, las hojas son especialmente importantes para la producción de uvas de alta calidad. Las hojas expuestas a la luz solar directa pueden proteger las uvas de la sobreexposición al sol y, por lo tanto, prevenir la decoloración o la deshidratación. Además, las hojas pueden afectar la calidad del sabor y la textura de la uva al influir en los niveles de azúcar y acidez de la fruta.

Pulgares:

Son los responsables del crecimiento aéreo de la planta, nacen del sarmiento que se deja al podar la cepa, y serán los encargados de crear el sarmiento nuevo para la siguiente temporada.

Racimos:

La vid es una especie hermafrodita, por eso se autopoliniza. Sus flores se agrupan en inflorescencias, cada flor se convierte en una baya y la inflorescencia en racimos, que pueden ser de diferentes formas y tamaños dependiendo de la variedad de uva y el terroir donde se cultivan. En Bodegas Federico, uvas de la variedad Tempranillo, una uva de maduración temprana, de tamaño medio con piel gruesa y negra azulada. Se caracteriza por tener sabores frutales, como cereza y ciruela, frutos del bosque y notas terrosas y de cuero.

Cada parte de la vid tiene su particular misión y todas juntas proporcionan un fruto que una vez vendimiado da como resultado vinos excepcionales, como los de Bodegas Federico, vinos tintos de la Ribera del Duero.